Últimamente estoy rodeada de muerte y enfermedad: de un gran amigo, de un maestro, de una compañera, de un conocido, de otro amigo, de otra amiga, de un bebé que una semana antes de nacer todo iba bien y ayer la madre tiene que parirlo muerto… Muerte y enfermedad tiene algo en común: que me hacen parar en seco. Es el límite con mayúsculas, como mencionaba Juanjo Albert. A mi ese límite, me pone en alerta y sobre todo me pone en contacto con lo que realmente vale la pena, con lo que es verdaderamente importante,​ resetea TODO en mi vida, priorizando y ​limpiando de polvo y paja mi día a día, pudiéndome abrir a saborear cada momento, dulce o amargo, teniendo muy presente que desconozco mi fecha de caducidad ​y mirando con conciencia que el ciclo de la vida es el que es, INEVITABLE, tan duro como maravilloso.
Mónica Góngora